Hace algunos
meses comentaba un padre, hincha del Atlético de Madrid, sin
disimular su orgullo, que después de
perder éste frente al Real Madrid había encontrado a su hija de 12 años llorando
la derrota de su equipo a la puerta de su casa. Refresqué el episodio tras las
declaraciones recientes de la politóloga madrileña, experta en género, María
Bernardo. Y es que su reflexión en torno
a la reacción que podría despertar en la
sociedad, si en lugar de que 100 mujeres
fueran asesinadas, lo fueran 100
futbolistas, no debería dejarnos impertérritos.
El llanto de una
menor de edad porque su equipo pierde, mientras otros menores lloran – en el
mejor de los casos, si no son asesinados también – porque su madre ha muerto a
manos de su marido, de su pareja o de un novio o de cualquier conocido
perturbado por celos, por rabia, o por
cualquier motivo sin justificación alguna para su mortal desahogo, nos conduce
a concluir que la sociedad está enferma, y concretamente la española parece que
lo está. Pero lo que es peor, que los intentos por parte del Estado para acabar
con esta violencia de género han sido fallidos.
En
determinados círculos, que prefieren no ver esta trágica realidad social como algo
propio, acuden a los estereotipos aduciendo que es un fenómeno traído por la Inmigración. No
obstante, según las cifras proporcionadas por el INE, de las 83.156 medidas cautelares dictadas
sobre los denunciados, 56.472 corresponden a las aplicadas a los nacionales. Y, en cuanto a las denuncias, de un total de 26.987, casi el 70%
corresponden a españoles, con 18.466. Siguiendo con cifras oficiales de 2014,
en datos porcentuales y según lugar de nacimiento, en un 68,7% de los casos
tanto la víctima como el denunciado/a eran españoles también."
María
Rosa Blanco Puga, investigadora social de la Universidad de
Comillas dice en uno de sus estudios, que una
sociedad se mide a sí misma desde el sistema educativo que tiene articulado…..(
Fuhem 2002). Cabría preguntarse qué clase de sociedad hemos “educado”. Pero por otro lado, según
palabras de la politóloga madrileña María Bernardo, no se trata de criminalizar al otro sino de revisar todas las pautas de comportamientos
comenzando por el seno familiar que es donde se adoptan unos roles que luego se
reflejan en la conducta de los jóvenes en la Escuela con su pares.
Coincidiendo con
las últimas víctimas de género en España – 20 en lo que va de año – las declaraciones del
eurodiputado de la extrema derecha polaco en el Parlamento de Bruselas Janusz Korwin-Mikke, según las cuales las mujeres deben ganar menos porque son más pequeñas y
menos inteligentes, refutadas con rabia y no injustificada por la
eurodiputada española Iratxe García, han despertado furia. Más entre las
féminas, eso sí. Y aquí es donde radica la pena de toda esta lucha tan en solitario
que siempre ha llevado la mujer para ser considerada una igual en un mundo que,
aún en los países avanzados, pese a todos los avances sociales y políticos,
continúa siendo de forma sutil y muy subliminal, de hombres. Si no fuera así, ¿
Por qué se dejaron esperar las voces masculinas en ese Parlamento Europeo?
Cuando filósofos
como el mismo Aristóteles argumentaba que la principal actividad económica de
la mujer era la de cuidar la propiedad
familiar creada por el hombre,
qué podemos esperar de hombres tan corrientes como el eurodiputado Janusz
Korwin-Mikke, y como todos los que no reaccionaron en voz alta, por
complacencia, o por corporativismo de género, que ni siquiera saben que 200
años de lucha de la mujer en solitario no son nada y, no obstante, haber avanzado tanto! Porque han sido ellas solas,
como Olympe de Gouges, pionera y autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791, dos
años después de la
Declaración de los Derechos del Hombre, entre muchas otras de
ayer y de hoy, las que se convirtieron en
el eco de millones de mujeres calladas por sumisión.
En esta tierra
del Olvido, de la desmemoria, recordamos a todos los hombres, que habéis sido
traídos al mundo por una mujer, y seguramente, si tienen suerte, serán cuidados
por manos femeninas, que les paliarán las
miserias de una vejez que les arrebatará con toda seguridad sus aires de
arrogancia y de prepotencia hacia un sexo, que para nada es débil.
La violencia en
todos los ámbitos comienza por un grito, una descalificación, o por un simple
desdén. Menos manifiestos y menos minutos de silencio. Más acción.
Por Eleonora
Sachs.
.
Me parece muy interesante recalcar, que hay muchísimas mujeres más machistas que los hombres. Quizá piensan que un novio o pareja celoso, las va a querer más. Se hacen chistes machistas que la mayoría de hombres ríen, aunque luego dicen que no son machistas. No tolero bromas con este tema. Son ya demasiadas mujeres muertas, agredidas, que viven con miedo perpetuo. Basta ya. ¿cuanto tiempo más vamos a soportar esto como sociedad?
ResponderEliminar