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lunes, 23 de enero de 2017

LA TIERRA DEL OLVIDO: FABIOLA PIÑACUÉ O LAS BONDADES DE LA COCA





Cuenta una leyenda indígena que Khana Chuyma, un sabio adivino escondió de los conquistadores españoles muchos tesoros y como recompensa el dios Sol le dejó una planta de hojas verdes que llamó “bálsamo para el sufrimiento”. Esa planta verde, ese arbusto que crece en tierras cálidas y húmedas a 800 metros sobre el nivel del mar, es la coca, que desde épocas coloniales hace parte del ADN de los indígenas de los andes colombianos, peruanos y bolivianos..

En 1994 la tierra tembló al sur de Colombia arrancando un gigantesco bloque de hielo al Nevado del Huila que llegó a varios ríos, entre ellos al río Paez cuyas aguas enfurecidas anegaron pueblos sembrando hambre y desolación en varias comunidades indígenas, entre ellas a la Nasa o Paez, de Tierradentro. Fabiola Piñacué Achicué alcaldesa entonces del resguardo indígena de Calderas sobrevivió a la tragedia pero no se resignó a llorarla. Pensó que aquel “bálsamo” tan sagrado para su comunidad desde épocas ancestrales podría ser la salvación para su pueblo si lo soñaba como un proyecto en grande y fuera de los límites de su pueblo. Así,  se ató a su hija Amaranta a la espalda y con su marido emigró a Bogotá. Comenzó a vender bolsitas de hoja de coca como infusión al tiempo que cantaba sus bondades, entre las que se cuentan el mal de altura, las migrañas y hasta “el mal de amores”. Ingresó en la Universidad Javeriana y se graduó en Ciencias Políticas y desde las aulas se dio a la tarea de erradicar la errónea creencia que tiene el hombre blanco de que coca y cocaína eran lo mismo. Así, entre tacita y tacita de infusión de hoja de coca en los corrillos que organizó Fabiola nació COCA NASA, un proyecto indígena que se comercializa y que ha recibido ya la bendición y reconocimiento del INVIMA, el Instituto de vigilancia de alimentos y medicinas colombiano. Pero Fabiola llegó a cimas más altas. En un Congreso convocado por la OEA y las Naciones Unidas organizado en Toronto se le distinguió como una de las empresarias del mundo indígena más destacadas. Candidata al Parlamento Andino ha representado a organizaciones de productores de hoja de coca de América Latina en las discusiones de Naciones Unidas sobre la despenalización de su cultivo. También se le conoce como conferencista en diferentes foros latinoamericanos sobre la problemática de los cultivos de uso ilícito y las alternativas de industrialización de la hoja de coca.

No obstante, la lucha para sacar adelante esta empresa para beneficio de su comunidad no estuvo exenta de  obstáculos. Fabiola tuvo que derribar jurídicamente, a través de una tutela interpuesta por ella misma, las barreras que el Instituto Nacional de  Estupefacientes, el Ministerio de Interior y de Justicia habían construido en torno a “la mata (planta) que mata”.

Hoy COCA NASA se comercializa en todo el país, y el viajero puede conseguir sus infusiones, cremas medicinales para mitigar dolores reumáticos, lumbalgias, tendinitis;  también galletas, refrescos energizantes Sek,  o harina de hoja de coca en los grandes supermercados de Colombia o en el mismo aeropuerto Internacional de El Dorado de Bogotá. Todos los beneficios obtenidos van directamente al pueblo Nasa para  Educación y Sanidad de todos sus miembros. De esta experiencia de Fabiola y su reconocimiento legal por el INVIMA quedó claro que  la coca no mata. (http://vizta3d.wix.com/cocanasa#!__contenidos/quienes-somos)

Por Eleonora Sachs.

 

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